Un final feliz para Pipo

Hace unos meses, un poblador del paraje Los Hornos de Cobunco encontró en el cerro Mesa a un potrillo malherido, desnutrido y con signos de deshidratación severa. Humberto Calfuqueo, junto a su esposa Evelyn Montesino, se hicieron cargo de su cuidado. Desde allí, aunque no fue fácil para el matrimonio, todo fue favorable para Pipo, como así lo bautizó la hija más pequeña del matrimonio.

Hoy, Pipo goza de una vida cómoda en la casa familiar. Aunque Humberto nos confiesa que, cuando abre la tranquera para que los demás caballos de su propiedad salgan a pastar, Pipo nunca franquea esa frontera. Según Humberto, Pipo vivirá con las secuelas de recordar su mal momento vivido y se siente confortable estando dentro del predio. Aunque los hijos de la pareja cada tanto lo suelen sacar a pasear para que pierda el miedo al desierto y confíe nuevamente en los humanos.

Recordemos que Pipo, cuando fue encontrado, tenía en su hocico una soga fuertemente apretada que le impedía pastar e incluso tomar agua. Se cree que creció con el tiento amarrado a su boca y, mientras crecía, se le fue incrustando más y más en su piel, provocándole heridas visiblemente conmovedoras para quienes lo cuidaban. Con la ayuda de pobladores y veterinarios, Pipo tuvo una lenta recuperación, pero al fin se lo puede ver con más peso y pelaje, ocultando levemente esas cicatrices que dolían en el alma a quienes lo vimos a través de las fotos y videos.

Evelyn Montesino nos confesó que lo quiere como a un hijo y que pasaba noches sin dormir pensando en el sufrimiento del animal. Hoy, Pipo goza de una nueva vida, aunque la pareja confiesa que estaría mejor en un campo donde pueda recuperarse emocionalmente, correr y dejar atrás ese sufrimiento de potrillo.

Nota: Cinthya Dudeck

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